Hay varios motivos por los que una persona decide iniciar un proceso de terapia, seguramente tantos motivos como personas y lo que estos tienen en común suele ser el malestar emocional, o el repetir patrones disfuncionales.
En las primeras sesiones se va entendiendo el origen del problema, qué factores lo están manteniendo en el presente y qué factores pueden ayudar al cambio. Al mismo tiempo se le enseña a la persona los recursos, habilidades y técnicas para que pueda ir manejando mejor el problema motivo de consulta. En muchos casos puede ser muy conveniente utilizar el EMDR para resolver el problema de raíz, neutralizando las creencias negativas, maneras de relacionarse poco funcionales y maneras de procesar las emociones poco adaptativas, cambiándolo por un estilo más realista, funcional y adaptativo.
La psicoterapia que practico genera un espacio de encuentro y crecimiento humano. Se establece una relación de confianza, seguridad y confidencialidad, donde el psicoterapeuta acompaña al paciente en su momento actual, ayudándole a clarificar sus conflictos, a tomar consciencia de sus emociones y a resolver sus problemas.
Los tratamientos psicológicos que ofrezco se caracterizan por un profundo respeto al paciente, su manera de ser y sus problemas, lo cual significa respetar su propio ritmo. Desde este clima de confianza y transparencia, unido al empleo de técnicas eficaces, es desde donde ocurre la transformación: poco a poco el desierto florece.
No creo en los gurús de moda, en aquellos que se erigen en posesión de la verdad absoluta y aseguran tener la solución a todos los problemas. Tampoco creo en los pacientes totalmente impotentes e incapacitados para realizar el más mínimo cambio.
Como psicólogo mi enfoque va más allá de la patología y la enfermedad, abarca la salud, persigue el bienestar y en este sentido la psicoterapia es demasiado buena como para limitarla sólo a personas con un problema psicológico, se trata de un proceso de autoconocimiento, crecimiento personal y vital.